Fotografía



 ELLA:

Hoy mientras observaba la foto , pensaba  y analizaba mis reacciones. Me gusta verla . Cuando veo algo siempre tengo la capacidad de encontrar lo bello detrás de todo . No sé a qué se debe.  Nunca supe el por qué. Miraba el techo  cada tanto y me detenía a buscar formas en las sombras que proyectaba el sol desde afuera. Y ví algo (o tal vez fue la somnolencia) que me pareció una  playa. Sí. Miré la foto luego el techo.  Y se me ocurrió  un panorama , es que tengo un mundo de imágenes en mi mente, fluyen siempre  y cuando esto pasa, miro la foto o escribo. 
Se me consumió el cigarrillo entre los dedos, me di cuenta solamente cuando me quemó la colilla. Me fui por más ,  salí por unos instantes . Y volví a sentarme, a seguir mirando la foto. El sol se fue corriendo de lugar, variando las sombras , cuando vuelvo a mirar,  desapareció la playa, y en otro ángulo se había formado  una flor, (no me explico por qué) Y volví a mirar la foto.
Todo se asocia , en la variedad de imágenes que se generan. O tengo yo la capacidad incomprensible de asociar  sonidos, imágenes , y olores?
Por momentos el cielorraso y sus sombreados me atraen la atención, por momentos la foto.  Ahora no la modifiqué, no la amplié, no la achiqué, solamente la integraba al entorno, a las sombras del techo , a la música tenue del ambiente  y al perfume de las flores de mi escritorio.
El tiempo pasa lentamente, divagando , mirando el techo, la foto, sintiendo el perfume y oyendo esa música que trato de acordarme  qué situación me recuerda ,  cómo era el título, sin lograrlo.
Sentada con total desparpajo en  mi silla , prendo otro cigarrillo y decido guardar la foto hasta la próxima vez.

Hoy es un día particularmente bello. No sé si será este sol que arrasa en la calle,  o la reverberación que produce entre las hojas de los árboles . Había olvidado la foto.  Sólo al oír una tenue música lejana la recordé. Y vengo a verla.
Tengo que aclarar esto,  es que lo repetitivo y monótono me aburre Cuando algo pierde la dinámica y el movimiento me aburre sobremanera. Esto me está pasando
 Hoy por ejemplo he probado girarla 90° tratando de ver si la mirada cambiaba de foco.  O si me seguía mirando, como suele suceder en los cuadros, en los que camines o te muevas a derecha o izquierda su mirada te sigue. Ésta no.  La giré a 45º y mantenía toda su frescura, sus gestos, era igual. Aunque yo tratara de buscarle algún detalle nuevo para encontrar aunque sea algo , que me llame la atención, o algo que todavía no haya encontrado. Y no .
Quise probar nuevas cosas. Por ejemplo le pinté un angosto bigotito que parte de la base de la nariz hasta el centro de labio superior.  Tomé perspectiva y me gustó el cambio Una rareza pictórica,  la miré y al instante renovó ese rostro. Luego borré ese bigotito.
Más tarde le pinté unas pecas en las mejillas, tomé distancia, me reí un poco en silencio. Y las borré.  Me dije : Muy bien ! Por último probé pintando de negro un diente, simulaba que le faltaba  y lo borré. Y me dije: “Por hoy suficiente”
Guardé la foto original , con su misma risa,  sus mismos ojos y su mismo gesto. A lo mejor mañana ni me acuerde de abrirla,  o tal vez dentro de unas horas la esté volviendo a ver.
Nunca  se sabe.

Anoche me dormí. Ni recordé mirarla. Hoy sí y me senté estirada en mi silla , como si fuera a tratar de tocar  la pared con mis pies, como si quisiera formar una perspectiva diferente a la de siempre y abrí la foto robada. Hoy me detuve en su cuello y en la curvas de sus orejas . La amplié tanto,  tanto que hasta llegué a creer que sentía el perfume de su piel. La blancura de ese cuello, y esa piel tersa me recordaron a un terciopelo al que siempre es tentador acariciar largo rato. Las orejas, apenas visibles , de una manera armoniosa ubicadas , completaban el sector que hoy observé. Pasé largo rato detenida en ese cuello y el mentón. Las curvas y las formas perfectas…
Nunca se sabe si la perfección es tal;  la apreciación de lo que parece bello es tan personal ¿o se trata solamente de un estado de ánimo ? No sé.   Sólo sé que me detengo a verla, sólo sé que la miro.
Tengo una foto robada,  a la que miro y  guardo cuando quiero.

Hoy me detuve en su sonrisa adolescente, y cuando el ocio me carcome recurro a la foto robada.
No me causa un sentimiento en especial,  solamente  algo extraño; como algo que me lleva a ver y ver y ver por ratos , tratando de pensar qué me despierta.  Me lleva a un lugar sin tiempo, donde vuelvo a ser adolescente, me recuerda la frescura de una época dorada.
No tiene explicación. Solo miro y la miro como quien mira una obra de arte, con la misma admiración loca de querer más y más. Tiene esa sonrisa la misma forma de una fruta estival calada , a la vista toda su frescura. Guardo la foto robada.  La miré solamente un rato. Quizás mas tarde bien entrada la noche , cuando solo alumbre la luna y todo esté en silencio, vuelva a mirar esa foto robada.

Tengo esa foto guardada , solo un rostro. Cuando quiero abro esa imagen , la agrando, la agrando hasta que los píxeles desaparecen y se forma como una  nube , la voy achicando de a poco hasta que vuelve a tomar forma, la forma de ese rostro. La observo detenidamente , detalle por detalle,  ésa dentadura graciosa, hasta vuelvo a agrandarla para  ver si tiene algún defecto.  Los tiene, pero dentro de esa imperfección está la belleza.
Observo esa piel.  Las hendiduras que forman esa  sonrisa y encuentro solamente más y más gracia. Luego sigo por los ojos,  expresivamente abiertos , las orlas de sus pestañas me llevan a recordar la alegría loca  de los niños, unos ojos con la transparencia marcada en el gesto. La miro, la agrando, la achico. Transmite cosas,  un brillo especial; es un imán.
Me hipnotiza.

Por largos ratos la olvido y cada tanto vuelvo, la miro como si de esa forma pudiera traspasarla . Cuando me aburro la miro. Cuando tengo ganas de ver algo bello la miro. Cuando tengo melancolía muy de vez en vez, la miro .Juego con esa foto , en ampliarla y volverla a achicar hasta que me canso y me voy. Es como una fuente, o un paisaje donde siempre uno quiere volver.

Hoy pensé en una nueva posibilidad.

En un acto casi loco, cambié todo el amoblamiento de la habitación . Quise producir un efecto espejo. Calculando la posición exacta de los muebles, los ubiqué en el exacto punto opuesto. Quería ver de esta manera si cambiaba en algo la visual de esa foto.

Luego de grandes esfuerzos quedó como quería. Calculé todo, y de una vez terminado el trabajo, me senté agotada. Abrí la foto. La volví a agrandar. Encontré algunos cambios precisos, en realidad… no seguía siendo la misma… Noté que su mirada había cambiado. No los ojos , solo la mirada. Era como que había perdido el brillo que encontraba antes ¿veía algo de tristeza? No sé, solo sé que era diferente la expresión. Le encontré algo nuevo que no había reparado. El pelo , ese mechón había cambiado de dirección, era como si al cambiar los muebles hubiera caído hacia la derecha, formando un distinto peinado al anterior. Me alegré.

Ya había perdido el interés, pero este nuevo cambio me permitió recuperar la atención. Volví a achicarla. En esta nueva perspectiva hasta parecía que quisiera comunicarme algo. No sé qué ¿A lo mejor estaba pidiendo auxilio? O a lo mejor me quiere decir algo. Ya me esta impacientando. Pienso si algún desamor le cambió la expresión. ¿Tal vez percibe toda mi atención ?
Quizás es víctima de mis cambios al achicarla, agrandarla, distorsionarla.  No lo sé.
Pero no me gustó nada todo esto.
Lentamente , empecé a cambiar de lugar las cosas al lugar de antes. De a poco corrí muebles, sillas, todo a su anterior ubicación pero siempre manteniendo la simetría. Todo debía volver a su lugar . El cansancio ya me estaba venciendo. El dolor de cuerpo de tanto esfuerzo me hizo caer en la silla por largo rato. Y pensaba qué pasó, si fue culpa mía,  o de la foto. No sé.
A lo mejor mas tarde vuelvo, y retorna todo al estado anterior,  o pudo haberse modificado mi óptica, o el sentimiento que me transmitía. Sólo mañana lo sabré. Cuando vuelva a verla.

Hacía una semana que no miraba la foto. La había olvidado por completo, hasta que me senté y como si lo hiciera por primera vez la abrí. Todas mis sensaciones cambiaron por completo. Ampliándola y quedando sumergida mi vista en ella , aparecí en una costa donde la gente parecía estar ausente de mi llegada. El mar rozaba la arena mientras unas mujeres tendidas , brillantes de cremas y bronceadores dormían al sol. Chicos con sus juegos , entre corridas casi me atropellan. Nada era como antes. El sol calcinaba la costa. Por un momento recordé la sombra en el techo, que parecía una playa. Pero estaba a miles de kilómetros de mi realidad. Lentamente empecé a caminar , mirando el paisaje
Me recordaba unas fotos del Mediterráneo, que había visto alguna vez. Miraba la la costanera ondulante. Calles que subían a lo lejos y se perdían en medio de montañas verdes de vegetación, y casas perdidas en medio de los árboles. Quedé maravillada frente al paisaje que tenia delante. No se que hice… me senté en la arena tratando de entender siquiera donde estaba. El sol me quemaba, tenía sed y fui hasta la orilla a mojarme el pelo. El agua salada del mar me caía por la cara.

Un grupo de gente estaba charlando despreocupada. Eran cuatro hombres , tres de ellos tendidos en traje de baño, con sus cuerpos bronceados y los cabellos húmedos de haber salido del agua. Uno solo parado enfrente y hablaban entre sí, y reían. Creí ver en uno de ellos… el rostro de mi foto. No supe si fue mi imaginación , o el calor me estaba haciendo perder el sentido. Quise acercarme , pero caí en la arena y cuando desperté ya quedaba poca gente. Miré a mi alrededor y varias personas caminaban hacia la calle cargadas de bolsos, el sol había bajado considerablemente y estaba atardeciendo. Solo a lo lejos quedaba alguna pareja hablando, o algunos turistas sacando fotos.
Mi primer pensamiento fue a dónde ir. ¿Qué hacía ahí? ¿Cómo sobreviviría a mi nueva realidad?. Luego de razonar y debatir en mi mente, me hice a la idea que tendría que adaptarme a eso. Me levanté y empecé a caminar sin rumbo. No conocía siquiera en que lugar remoto me encontraba. Y tenía muchas preguntas dándome vuelta. Sería esa persona el rostro de mi foto? Todas mis pertenencias , mi trabajo, mi hogar… estaban a miles de kilómetros. Pude darme cuenta de esto por no conocer este paisaje que veía, me llamaba la atención, pero al mismo tiempo me deslumbraba. Por momentos olvidaba lo anterior, mi vida y todo lo que quedó atrás. Tenia la confusión de volver a lo pasado o de quedarme en esta nueva realidad. Ya estaba anocheciendo. Me senté en un murallón de la costa a pensar qué haría. Las luces empezaban a delinear las curvas de la avenida, las pendientes de las calles a lo lejos, subidas y bajadas de luces. La noche recién comenzaba. Miré al cielo. La profundidad impresionante, el ruido del mar me convencieron que ese era el lugar más maravilloso que había visitado. Hasta en mi mente lo ubiqué geográficamente en las costas del Mediterráneo. Me tiré en la arena boca arriba. Con las manos detrás de mi cabeza, y pensé que ya no recordaba nada de lo anterior. Solamente recordaba ese retrato y esa cara . Mi mayor frustración fue pensar que no tenía la posibilidad de escribir lo que estaba viviendo. Como cuando relataba mis experiencias con la foto, porque cada cosa que encontraba, tenía la manía de escribirlo y detallarlo. Ya no… esta nueva sensación que estaba viviendo, no podría plasmarla de ningún modo. Estaba solamente con lo puesto y en un lugar que ni conocía. Pensé en recordar todo y cada cosa que me pasaba , por si volvía a mi anterior situación, es que no quería perder ningún detalle para poder escribirlo. Me dormí.

Una mujer me despierta y me pregunta algo en francés. Me sacudo la arena de la ropa y sin lograr entendernos por señas y se fue, dobló por una curva y la perdí de vista. Otro inconveniente más. Cómo me comunicaría. Y ahí mismo me levanté y empecé a caminar. No había lugar que mirara y no admirara lo que estaba viendo. Recordaba que esa misma admiración me causaba la foto. Las comparé en mi mente y me convencí de ello. La misma admiración.

Caminé sin saber por dónde. Las calles soleadas, llenas de gente que iba en varias direcciones. La costanera llena de barcos y yates. El mar de un azul increíble. Negocios antiguos coloridos, otros modernos, tiendas No podía dejar de mirar. Busqué en mis bolsillos algo de dinero. Tenía que buscar urgente un local de cambio. No sabia para cuánto tiempo me iba a alcanzar . En mi ciudad hubiera sobrevivido dos días. Llegué a un lugar donde pude cambiar esa plata. No me alcanzaba para nada. 

Me senté en un bar con sillas en la calle, comiendo algo, cuando de repente en medio de las personas que iban y venían por la vereda, en ambas direcciones  veo al grupo de hombres que ví en la playa. Como hipnotizada quedé observando a uno de ellos,  el rostro de la foto.
Me levanté, casi tropezando y con él quedamos frente a frente a solo unos centímetros de distancia , suspendidos en el tiempo y en el espacio. Miré esos ojos. el pelo, el cuello; la misma ropa,  la dentadura y la misma sonrisa. En esos momentos pensé que estaba frente a mi computadora mirando la foto ampliada. Sentí el mismo perfume, la misma canción, la misma sensación. Sólo el flash de una cámara me despertó a la realidad. Uno de los amigos del grupo captó ese momento en una foto. Y siguieron caminando, riendo , mientras caí en mi silla sin respiración. Me llevó un largo rato reponerme y reorganizar mis ideas. No sólo me había transportado esa foto, sino que lo tuve frente a frente , a su vez captado ese momento en otra foto. Pensé y re pensé en lo ocurrido. Unos segundos o minutos (no tuve noción del tiempo) mirando , mirando, en una situación irreal, pero tan real que hasta pude captar con todos mis sentidos ese momento. Ya no supe mas nada. Olvidé totalmente mi vida anterior, ya quería buscar esa persona donde fuera, y también esa foto que capturó ese instante.

Caminé por una calle cuesta arriba, con una subida trabajosa; recorrí el paisaje, ví las casas, llegué al lugar más alto y agotada me senté en el pasto. Desde ese lugar se podía ver hacia abajo los caminos zigzagueantes, verdes, el mar de un azul profundo; a lo lejos, los barcos y yates parecían un conjunto de piezas en movimiento reflejando el sol, y en mi lugar quedé absorta. Ya se mezclaban los sentimientos, de no recordar casi nada de lo anterior, de haber estado en ese instante mágico, y de observar semejante belleza que era como un paraíso.

Por un momento extrañé mi computadora , donde cada día me sentaba a ver la foto y escribir. Esto ya era distinto , no solo era una imagen ampliada o achicada a mi gusto sino una realidad fantástica. No pensé en ningún momento que fuese un sueño ya que el sol quemaba , el hambre era real y la percepción era completa. Todos mis sentidos estaban bien despiertos. Pero a su vez jamás había estado en este lugar. Lo primero que vino a mi mente, después de tanto ajetreo y confusión, fue preguntar a alguien dónde me encontraba. Todo esto que pasó fue en el lapso del día anterior , cuando me levanté como un día común, encendí mi computadora y se me ocurre mirar la foto después de varios días de no hacerlo.

Decidí levantarme de mi lugar,  me sacudí el pasto y comencé a bajar la pendiente de la calle. La bajada siempre es más fácil , pero parecía que no tenía fuerzas y caía lentamente. Me dejaba llevar. Bajé otra vez a la calle principal de la costanera y volví a la playa donde aparecí. Me subí los pantalones y caminé por la orilla del mar. Un grupo de gente llegaba a la arena. Otros en las plataformas de las embarcaciones, iban y venían, mientras éstas se balanceaban lenta y pesadamente con cada ola.

Pasé un rato mirando todo y decidí caminar, encontrar a alguien que me pudiera decir dónde me encontraba. Los grupos de gente que pasaban al lado mío hablaban otros idiomas. Escuché conversaciones en ingles, en francés y otros mas que no pude comprender. Caminé conociendo lugares; fui por calles vistosas , subidas, pendientes , cuando doblo en una esquina , hago unos metros más y me encuentro en la puerta de mi casa.

Caí desplomada y no recordé más. No sé cuantos minutos pasaron , pero logré incorporarme y abrí la puerta. En la ropa tenía restos de pasto, arena. Me miré al espejo y tenía la cara arrebatada por el sol. Me tiré en mi cama y me dormí profundamente.

Desperté temprano, recién estaba amaneciendo. Todavía tenia el embotamiento de no saber donde me encontraba. Cuando miré mis cosas,  mi cama, mis muebles, corrí a ver la foto. Prendí la computadora ferozmente y la abrí. Esta vez había cambiado el gesto. Tenia una mirada cómplice. La amplié y esa risa se hizo más marcada, reconocí el mismo perfume, entonces recordé el instante del encuentro, en el que me miró como si me conociera. Quedé largo rato mirándola. Solo esta vez me detuve en el fondo de esa foto. Siempre había puesto toda mi atención en las facciones, pero jamás había visto el resto. Logré reconocer a lo lejos el mar, los barcos, la costanera.

Hacía unas horas estaba en un lugar y ahora de vuelta en mi realidad. Me causó una sensación horrible de querer volver y no saber cómo. Cerré esa imagen y me fui a comer algo. Estaba sin ingerir alimento desde el día anterior. No podía pensar en otra cosa. ¿Dónde estuve? Quién es realmente esa persona de la foto. ¿Cómo puedo recuperar esa otra , donde nos capta en el momento del encuentro? Creí enloquecer.

Preparé la ropa lentamente , necesitaba un baño. El cansancio anterior y lo vivido me habían sacado de mi vida habitual. Ya nada era igual. Me metí en la bañera caliente y me sumergí hasta la cabeza. Me acomodé luego y pasé largo rato en el agua pensando cómo haría. Cómo podría volver, ya extrañaba el lugar. Pero no había una lógica que me devolviera a ese sitio. Salí del agua. Me sequé y me vestí muy lentamente. Me dije que tenía que olvidar todo. Salí a la calle a tomar aire.

Caminé por el centro, tratando de pensar en otra cosa. Me metí en un cine y me senté bien acomodada en mi butaca. Las luces se iban apagando lentamente y por un rato olvidé lo vivido.

   
               ÉL:


Tengo 40 años. Soy viajante. He recorrido muchos lugares, conocí mucha gente. Vivo solo, a estas alturas me considero un soltero codiciado y siempre libre. Con muchos amigos en distintas partes del mundo. Pero de esta historia me voy a detener en lo más interesante . En uno de mis viajes a Buenos Aires estuve alrededor de un mes. Conocí la ciudad mientras estaba por trabajo.

Cierta tarde andaba por las calles recorriendo negocios y en una librería me detuve a mirar una mujer que me llamó la atención. Su aspecto era sencillo, su mirada transparente con algo de tristeza o soledad. El cabello dorado caía hasta por debajo de los hombros. la observé mientras ella tomaba un libro para verlo, entre tantos ubicados en la estantería. Eligió varios, los ojeaba lentamente, como si no se decidiera y pensara con cual quedarse al final . Hasta que fue a la caja y pagó uno de tapas rojas. Cuando se iba la seguí observando. La piel blanca cono si fuera un terciopelo al que dan ganas de acariciar y acariciar siempre. Las orejas apenas visibles armoniosamente ubicadas, completaban el marco. Hasta pude sentir su perfume.

Seguí caminando pero con esa figura guardada en mi cabeza. Y como tengo la costumbre de dibujar lo que me llama la atención, llegué a mi hotel con esa imagen repitiéndola en mi mente para no perder ningún detalle e hice un retrato . Lo miraba, lo miraba. Cuando quería lo sacaba del portapapeles y lo observaba detalladamente. Giraba la hoja , la alejaba para tomar perspectiva. Y la guardaba

Cada día al volver al cuarto del hotel , sacaba el retrato y lo miraba largos ratos. Hasta que llegó el momento de volver a casa. Empaqué mis cosas junto con mi retrato y subí al avión, sin saber cuándo volvería.

El viaje de vuelta fue turbulento, mi acostumbrado pelo hacia la izquierda cayó todo hacia el otro lado tapándome los ojos. Por momentos tuve pánico, hasta pensé que se vendría todo abajo. Pero saqué mi retrato y me puse a observar esas facciones. Al rato todo se había calmado y siguió el vuelo sin problemas hasta llegar a destino. Todos los días miraba el retrato. Era como un imán. No sabía si era esa belleza subjetiva o solamente mi estado de ánimo.

Había algunos días que lo olvidaba. Pero siempre volvía a verlo. Era como esos paisajes donde uno siempre quiere volver. Y me hipnotizaba.

Luego de ese viaje retomé mi vida normal, aunque siempre pensaba en esa imagen que me llevaba a la repetición casi ritual de verla .Tampoco le encontraba explicación al sentimiento que despertaba, pero la miraba como se mira una obra de arte. A lo mejor era una atracción inexplicable, pero sé que nunca dejé de pensar en ello.

Cierto día, pasado un tiempo, (había olvidado mirarla) con un calor agobiante, en pleno verano , nos reunimos con amigos para ir hasta el mar. Salimos en auto y luego de quince minutos estábamos nadando , bajo un sol abrasador. Nos dimos un chapuzón y volvimos corriendo sobre la arena caliente a nuestro lugar. Joel hacía bromas sobre las damas tiradas en la arena, y como me molestaba el reflejo me puse de espaldas y frente a mis amigos sentados en las lonas secándose al sol. La charla y las bromas sobre mujeres estaba muy interesante, cuando de repente miré a lo lejos y creí reconocer (o encontré un gran parecido) al rostro de mi retrato. Pensé que estaba equivocado, y de golpe desapareció de mi vista. Ese día no pude pensar en otra cosa. ¿Sería producto de mi imaginación? ¿De tanto pensar en ella la atraje hasta ahí con mi pensamiento? O fue solo un espejismo, o alguien muy parecido tal vez. Lo que sé es que se estaba tornando en una especie de pensamiento repetitivo. Y hasta creí verla esa tarde.

Todo pasó agradablemente; el día espléndido, y retornamos cada uno a su casa. Pero quedamos en ir más tarde al centro comercial a tomar unas cervezas. Llegado el momento nos encontramos en una esquina concurrida y salimos juntos a buscar un bar donde sentarnos.

Algo extraño pasó en ese momento. En medio del amontonamiento de gente que transitaba la vereda, de golpe me encuentro cara a cara con mi retrato. Perdí la noción del tiempo. No ví más a mis amigos y escuché solo una melodía , un perfume , y ese rostro a centímetros del mío. Pude ver sus pupilas dilatadas de sorpresa y quedamos suspendidos en el tiempo y el espacio por unos instantes. Sólo me hizo volver a la realidad el flash de la cámara de Alex quien a manera de broma nos tomó una foto. No sabia que con ese acto iba a captar algo tan extraño como mágico. La gente caminaba en distintas direcciones y mis amigos en un instante me habían arrastrado hasta la otra esquina. Pero después de eso era algo así como un autómata. No podía dejar de pensar en lo sucedido.

Llegué tarde a mi casa, con unas copas de más, y me tiré vestido en la cama. Giraba mi cabeza en una mezcla de alcohol y de pensamientos encontrados. ¡Qué hacía esa mujer ahí! ¿ Desde cuándo estaba? Por qué no le había hablado o pedido un teléfono y solamente quedó en un encuentro sorpresivo e inquietante?

Ya tarde me venció el sueño. Amanecí con un dolor de cabeza que parecía que partía mis sienes . Fui al lavatorio y mojé mi cara como para despertar de aquello que no comprendía. Decidí salir a tomar aire.
Caminé por las calles, dando vuelta mis pensamientos, buscando una respuesta hasta que entré en un cine. Me acomodé en mi butaca, las luces fueron menguando y de a poco fui olvidando lo sucedido.

Luego de ver la película y olvidar por más de una hora todos los pensamientos anteriores, se volvieron a encender las luces . Me desperecé en mi butaca con las piernas adormecidas y fui por el pasillo hasta la salida. La gente apretada empujando por salir, me arrastraba en la fila hasta la puerta del cine. Ya era tarde, pensé en ir directamente a casa, pero me detuve en una esquina a ver en una vidriera un televisor gigante donde pasaban temas de actualidad. En la abstracción de lo que estaba viendo, me di cuenta que no recordé más ese rostro. Parecía que nunca hubiera existido. Me alegré por unos instantes, ya que creí estar perdiendo la razón.

Abrí la puerta de mi casa, y me preparé algo caliente para tomar; pero la necesidad de ver un poco más me llevó a abrir de vuelta la imagen. Por un momento pensé que conocía ese rostro de toda la vida. Ya lo estaba observando como algo familiar y hasta estaban cambiando mis sentimientos hacia algo más importante o profundo. Ya no era la admiración a la belleza como un objeto puramente visual, sino que se estaba tornando en un amor desesperado. Esa desesperación por volver a tener ese rostro frente a frente y volver a quedar en suspenso por un largo rato. ¿Dónde quedó la foto que captó ese momento?

No sabía si quería recuperar ese instante o esa foto para seguir admirando y mirando ese momento. Pero todo había cambiado. Ya no era lo mismo.

Me acosté y me dormí enseguida. Soñé con la playa, con la vista fugaz de esa persona, con el encuentro insólito

Por la mañana me levanté tranquilamente, encendí la radio, acomodé el cuello de mi camisa, y tomando el café caliente me di cuenta que se hacía tarde para llegar al trabajo. Junté a las corridas los papeles, mis documentos y salí. Al abrir la puerta me encontré en una calle extraña. Estaba en Buenos Aires nuevamente en la puerta de la librería donde vi entre la gente a la mujer de mi retrato. Eligiendo su libro, con la misma ropa y el mismo perfume. Corrí hacia su encuentro, y volvimos a quedar suspendidos . Quedó todo en silencio y las personas alrededor como en una imagen congelada de una postal. Nos miramos ya no con sorpresa , sino con la misma actitud escudriñadora de ver los detalles;  la sonrisa,  la piel, el perfume y la misma canción que flotaba en el aire.

Noté las hendiduras que formaban su sonrisa, los dientes imperfectos;  pero en esa imperfección estaba la belleza. Ya las manos trataron de entrelazarse, el eco infinito del libro cayendo al suelo como si fuera un sonido multiplicado en el ambiente. La distorsión del entorno era veloz. Pasamos de repente a estar en la calle de la costanera, con mis amigos riendo y otra vez el flash de la foto. Y de golpe otra vez en la esquina llena de gente, aturdido y arrastrado por ellos hasta caer en la silla del bar.

¿A qué se deben esos encuentros fugaces? Esas visiones enloquecedoras donde nos fundíamos en una mirada profunda, donde la realidad se distorsiona y se unen imagen, sonido y sensaciones?
Desde ese día sólo pensé en volver a esa ciudad.; por lo menos sabía dónde ubicarme geográficamente para encontrar la respuesta.

No hablé de ésto con nadie y tomé la decisión de volver hasta allá. Al día siguiente compré mi pasaje. Junté en un acto desesperado la poca ropa que encontré  y haciendo un bolso me senté en un sillón del living a esperar que pase el tiempo.

Miraba incansablemente el reloj, esperando la hora de salir al aeropuerto. No pasaba nunca; era como si las agujas estuvieran atadas con una plomada imaginaria. Dormité de a ratos y sobresaltado miraba cada tanto la hora. Hasta que llegó el momento. Cerré las puertas de mi casa y tomé un taxi, el tránsito parecía estar hasta el tope. Miraba nerviosamente el reloj , hasta que sin darme cuenta ya estaba sentado viendo hacia abajo, cómo iba desapareciendo todo a medida que ganaba altura. Dormité un rato. Luego me puse a observar la cabeza calva del hombre que tenía adelante. Lo escuchaba masticar al mismo tiempo que sus orejas a los costados se movían acompasadamente al ritmo de la mandíbula. Me llamó la atención el dibujo que formaba esa isla de piel bordeada de cabellos ralos en los costados. Al lado una mujer mayor con el pelo de reflejos verdosos, a lo mejor producto de la tintura, y un peinado, como si tuviera un montón de ruleros sin sacar. Miré las cabezas a mi alrededor. Grandes , más chicas, cabellos oscuros; algunas mas jóvenes otras de mas edad (yo trataba de calcular la edad de acuerdo a la forma de esas cabezas). Así pasó mi viaje. Saqué un libro , lo ojeé sin mayor importancia y lo volví a aguardar. Ya estaba impaciente por llegar.

No sé como pasó el tiempo pero llegué a destino. Bajando las escaleras del avión me sentí como si estuviera cumpliendo una misión importante . Me puse la campera , tomé mi bolso y emprendí la búsqueda más loca de mi vida.




              ELLA:



Ya estaba confundida. Los últimos días de mi vida fueron bastante extraños. Jamás pensé que una imagen pudiera tener semejante efecto. Estuve haciendo otras cosas para distraer mi atención. Visité amigas , traté de sumergirme en mi trabajo , escribiendo , pero recurrentemente volvía a abrir la foto. Cada vez estaba más cercana a mi. La sentía próxima y como si fuera una parte importante de mi misma. Hoy la abrí, la amplié.  De a poco fui encontrando nuevos puntos que no había visto antes. Por ejemplo en su mirada ; hoy pensé que me guiñaba un ojo. No sé si fue real o sólo mi imaginación. Qué locura, la amplié un poco más y ya sentía la sensación de que estaba en esta habitación. La cerré y salí como siempre a la calle. La tarde cálida y el bullicio de la gente  me hicieron olvidar de todo. Miré unos maniquíes que señalaban con los dedos en distintas direcciones; como si sus manos estuvieran dislocadas. Los ojos desmesuradamente abiertos con pestañas postizas y la mirada perdida. Las bocinas de los autos, la gente apurada y un movimiento automático me iba llevando como un vaivén , miré otra vidriera y otra. Me detuve en un balcón antiguo (nadie mira hacia arriba en el apuro). Un balcón de principios de siglo XX, que parecía listo a desplomarse, lleno de plantas colgantes y flores. Una persona tendía de una soga unas ropas o trapos (no alcancé a ver bien desde abajo) Y seguí caminando , era una tarde maravillosa y despreocupada.

Me senté a tomar algo en una cafetería , los ruidos de la gente charlando, ,de las tazas y platos que se chocaban al apoyarse. Un mozo con cara risueña y el pelo engominado silbaba una canción . Algunas risas apagadas me sumieron en un sopor.

Pasó un rato, cuando de golpe se silenció el ruido del ambiente.  Empezó a sonar ésa melodía conocida, las personas quedaron duras en sus sitios y por la puerta, a contraluz veo entrar un cuerpo alto, masculino . El reflejo de afuera cegaba la vista, como si el sol de lleno entrara por detrás. Al acercase quedamos frente a frente. Me incorporé tratando de no tropezar con la silla, con la mirada clavada en ese rostro conocido.

Miré fijamente esa cara, recordé en su sonrisa ese diente que le pinté una vez y las pecas que me causaron tanta gracia. Todo era cada vez más familiar y sé que para él también. Ya las manos se juntaron, la cercanía me dejó sentir su piel. Pude notar un lunar debajo de su barbilla recién afeitada, el perfume se hizo sentir más fuerte, la melodía mas clara . El brillo de sus ojos más profundo; en su iris las motas eran pequeñas y verdosas. La nariz perfecta (o yo la creí perfecta) Las cejas. Pude en ese momento observar más detalles que no conocía hasta que una palabra retumbó en mi mente. Lo único que me faltaba por conocer era el sonido de su voz. Las manos entrelazadas y caídas , temblorosas por el momento, las miradas clavadas en los rostros tratando de encontrar nuevos detalles, nos fundía en un solo bloque. Con una voz casi inaudible respondí al “hola” que escuché.

Miré a los costados, (me di cuenta que él hizo lo mismo en el mismo momento) y notamos que la gente había quedado en el estado en el que se encontraba. El mozo a punto de servir el café con la bandeja a cinco centímetros de la mesa , los que estaban charlando quedaron en esa posición, daba la idea de encontrarnos en un museo de cera. Sólo la melodía de siempre rompía con la quietud.

Al soltarnos las manos volvió todo a la normalidad, el ruido ambiente , los sonidos de las tazas , las charlas , las risas y el mozo dejando el café sobre la mesa y siempre silbando.

A partir de ese momento , pudimos sentarnos y hablar de nosotros.




               ÉL:



Llegué a la parada de taxis del aeropuerto, subí a uno y le pedí que me lleve al hotel donde había estado mi última vez. Me tiré en ese cuarto y abriendo el bolso saqué el retrato, lo miré un instante y me fui a bañar. Quería distraerme y acostado sobre la colcha de la cama sin desarmar encendí el televisor. Miré una película vieja de los años 50`s en blanco y negro. En esa cadencia de la trama , los silencios, las calles y los personajes de trajes oscuros me quedé dormido. No supe cuánto tiempo, cuando desperté la película había terminado. Tenía hambre, no sabía que hora era y decidí salir .

Caminé hasta el hall del hotel y fumé un cigarrillo cómodamente sentado en uno de los sillones mullidos que dan a la calle. Miré a la vereda de enfrente , la gente apurada caminando , vidrieras con maniquíes estáticos y de mirada perdida. Me detuve en la fachada de una casa antigua. El balcón suspendido parecía próximo a caer, una mujer estaba tendiendo ropa en una soga, entre plantas colgantes y racimos de flores. En el delantal llevaba los broches, y los sacaba a medida que tendía las prendas, y algunos trapos informes. Me gustó lo pintoresco, y como tengo la costumbre o manía de retratar todo lo que me interesa, me quedé sentado en ese hall dibujando esa escena compenetrado, cada tanto pensando y observando con el lápiz en la boca. Por largo rato borré y rehice el dibujo hasta que quedó como quería y lo guardé en mi portapapeles.

Convencido de que había quedado bien me levanté y salí a la calle. El aire era cálido. Me gustaba mucho estar ahí, en esa búsqueda loca . Feliz, sin saber el por qué. Siempre pensé que nada debería tener un “por qué” Y  busqué un lugar para sentarme y pensar.

Entré por las antiguas puertas de madera , como tienen los viejos cafés de Buenos Aires, y aún con la visión enceguecida al entrar a un lugar mas oscuro, sentí el perfume. Ése perfume que siempre percibí al ver el retrato y esa vez, cuando nos vimos frente a frente. Caminé unos metros y llegué al lugar justo en el momento justo. Hice unos pasos más y todo se detuvo nuevamente como la primera vez. Nada en el mundo había esperado tanto como ese momento. Tomamos nuestras manos en un impulso natural. Y nos observamos nuevamente. Noté que en el retrato no había hecho un detalle y era un rulo que caía al costado de su frente. Sus pupilas grandes me miraban, su nariz aleteaba respirando agitada. El perfume se hizo más fuerte, la música más nítida y todo alrededor estaba inmóvil. Sólo cuando soltamos nuestras manos volvió a la normalidad. Y nos sentamos a hablar.



                LOS DOS:



La brisa del mar traía el lejano ruido de voces de la playa. Decidimos levantarnos y salir a caminar por la costanera. Uno al lado del otro, solamente rozándonos los cuerpos. Nunca habíamos hablado, no conocíamos siquiera el sonido de nuestras voces. Y todo se unía en ese momento.

Paramos a juntar unos caracoles, mientras observábamos las huellas en la arena . No sabíamos tampoco por qué volvimos a ese lugar al salir del café. Pero ya nada importaba. La necesidad de saber de cada uno era tan grande que no dependía del lugar donde estuviéramos. En definitiva el escenario no era importante, sino el saber por qué pasaba lo que estaba pasando. Le conté de mis situaciones vividas con su foto, y el me relató las suyas, ambas convergían en lo mismo. Habíamos estado percibiendo lo mismo en diferentes lugares.

¿A qué se debía eso? ¿por qué aparecíamos en diferentes situaciones en lugares distintos? Ninguno lo podía explicar. Es así como decidimos restar importancia  y tratar de conocer más cosas de cada uno. Nos sentamos en la arena, mirando el horizonte, es entonces cuando viene una mujer, me toca el hombro y hablando en francés me dice algo que no comprendo. Por medio de señas y sin entendernos se aleja por una curva y no la vuelvo a ver más.
En un momento recuerda el dibujo de la mujer con delantal en el balcón y al tratar de mostrármelo se da cuenta que quedó lejos, a miles de kilómetros. Nos levantamos y seguimos caminando, contándonos cada uno nuestras vidas. Pregunté si tenía a mano la foto del primer encuentro, porque quería tenerla . Me contó de sus amigos y de Alex , el que tomó esa foto que estaba a varias cuadras de ahí, y hasta allá nos dirigimos.

Fuimos por la calle que subí el primer día (donde me senté a observar desde la altura) Y en un lugar que recordé perfectamente, entre árboles y medio escondida, estaba la casa . Unas grandes jaulas con pájaros de diferentes especies y colores adornaban el jardín inmenso. La gran arboleda daba sombra al camino que conducía a la puerta de entrada. Golpeamos. Desde adentro nos dicen que pasemos, y al entrar al gran comedor vimos que estaba Alex solamente con sus pantalones cortos y descalzo. Una música a todo volumen no nos dejaba escuchar , hasta que fue y la apagó. Hablamos de la foto. Le conté que quería verla, y en lo posible tenerla. Es entonces que tomó la cámara y descargó todas las fotos a su computadora.

En ese momento abrió la foto. La amplió y sentados los tres nos sumergimos en los detalles. Los dos rostros de semi perfil , enfrentados , estábamos absortos como sumergidos en el efecto que causaba. Nadie hablaba. Sólo la ampliaba hasta hacerla inmensa , mirando los cabellos, las pieles , los gestos de los dos, cuando Alex asombrado preguntó por la melodía y el perfume y de repente desapareció ante nuestra vista.



               ALEX:


Me encontré de repente en un cuarto, las ventanas daban a una calle concurrida, como si fuera el centro de una ciudad importante. Me asomé a mirar hacia fuera y me detuve en un balcón donde una mujer tendía algo en una soga (algunos trapos, no lo sé), sin saber qué hacer ni donde estaba, revolví cajones y un bolso, tratando de encontrar ropa ya que me encontraba solamente con un pantalón corto y descalzo. Vi con sorpresa la ropa de mi amigo. Me senté en esa cama pensando qué había ocurrido. Prendí un televisor que tenía la habitación , busqué algo que me orientara dónde me encontraba. Un botones toca la puerta y me pregunta si quería pasar a cenar, que ya era la hora. Busqué algo para calzarme y encontré unos zapatos, dos talles más grandes (él es más alto que yo). Y con una camisa también enorme, me dirigí vestido como un loco al comedor del hotel.

Cené poco. Había terminado de tomar mi café con medias lunas antes de que llegaran a casa a ver la foto. No podía entender. Pero traté de amoldarme a la circunstancia. Observaba la gente, comían algunos apresurados, otros reían mientras fumaban su cigarro de sobremesa. Una pareja a lo lejos discutía en voz baja. Busqué en el bolsillo del pantalón algún cigarrillo . Había un atado abollado , pero me sirvió. Lentamente tomé el vino que me pusieron delante primero un vaso, luego otro, mientras divagaba sin darme cuenta de la realidad. Al rato había consumido la botella completa, decidí levantarme de la silla,  y a los tumbos me dirigí a la habitación otra vez. Encendí el televisor y vi un noticiero en un idioma que no entendí nada. Lo apagué y me puse a revolver papeles y documentos, entre los que encontré unos bocetos, hechos a lápiz, sombreados con efectos de luces y sombras perfectos.
Pude reconocer la mano de mi amigo, en estos dibujos.
Uno era de una mujer en un balcón antiguo colgando ropa (o unos trapos) , al instante recordé la vista de la ventana. En el otro reconocí el rostro de esa mujer que llegó hasta casa. Quedé pensando largo rato. ¿Qué estaba pasando?
Me acosté sobre la cama como estaba y me dormí profundamente. Cuando despierto estaba en casa. En el sillón del living , con el sonido de los pájaros de mi jardín y el ruido del mar a lo lejos. Mi amigo y la mujer ya no estaban.




                LOS TRES:



Sentados otra vez en el antiguo café charlamos sobre la foto que nos captó en ese momento frente a frente. Nos dijimos las sensaciones, coincidentes de cada uno. No sabía si todo esto era como un espejo donde se reflejaban los sentidos de los dos. Debíamos hacer algo que termine con los cambios que se generaban , pero no encontramos respuesta. Fuimos hasta el hotel donde estaba parando y al llegar a la habitación encontramos los bocetos sobre la cama medio desarmada, le faltaba una camisa y un par de zapatos. Nos quedamos mirando azorados. De repente se le ocurre hacer una llamada a Alex.  Él también había sido víctima de los cambios, y como supusimos,  Alex había estado ahí.

Tratamos de reunirnos los tres. Nos pusimos de acuerdo en que a tal hora de tal día , abriríamos las fotos al mismo tiempo. Alex allá en su casa cerca del mar, y nosotros acá en Buenos Aires. La fecha prevista era el viernes a las 21 horas, consultando los cambios horarios para que coincidan . Y llegó el vienes. Sentados frente a la computadora nosotros acá y Alex a miles de kilómetros, nos sumergimos en la imagen. El perfume, la melodía, y aparecimos los tres en el viejo café .

De ahora en adelante el plan era determinar que era lo que producía esa situación. Y como hacer para que no vuelva a ocurrir. Lo primero era usar la lógica, destruyendo el retrato y sacando esas fotos de donde estaban, para siempre. Fuimos los tres al hotel y sin mirar ese retrato a lápiz Alex lo prendió fuego con su encendedor. Fuimos a mi casa y sin abrir esa foto de mi computadora se eliminó sin dejar rastros .

Faltaba lo más importante , y era la foto del momento del encuentro. Pero estaba demasiado lejos. Y habíamos perdido los nexos destruyéndolos. Entonces se me ocurrió la idea de pedirle que me vuelva a dibujar. Alex nervioso, yo tratando de mantenerme lo más quieta posible, y él dibujando;  haciendo trazos y trazos , Ya había terminado. Nos sentamos los tres en la mesa, nos volvimos a sumergir en la imagen. Pero con el cuidado de destruir después el retrato a lápiz.

El sonido de una canilla que perdía nos trajo a la realidad, en el living de Alex , con la computadora encendida , rápidamente eliminamos la última de las fotos. Ya no quedaba nada. De ahora en adelante podríamos organizar la vida de acuerdo a la realidad, como antes de mirar y mirar los rostros.

Salimos los tres a festejar. Toda esa etapa extraña, que nos había unido y nos transportaba de un lugar a otro, sin sentido y sin razón había quedado atrás. Salimos tomados de la mano. Alex corriendo adelante y saltando, sin poder creer lo sucedido. Caminamos calle abajo, felices a brindar. Llegamos a la calle de los bares cerca de la costanera y sentados los tres en las sillas de la vereda, con los vasos de cerveza en alto cuando un flash nos enceguece por unos segundos. La señora que hablaba en francés, como buena turista con su cámara inmortalizó el momento. La vimos desaparecer por una curva.

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